domingo, 24 de octubre de 2010

Vos, mi objeto de deseo

Cómo puedo controlar ese impulso que se produce en todo mi cuerpo cuando te tengo a centímetros de distancia. Ver tus carnosos y delicados labios moverse al son de tus palabras me hipnotiza. Y tus labios me llaman, pero vos no te das cuenta y seguís hablado. Me dicen "vení" y se me eriza la piel.

Yo no me resisto a tus labios.

No sé cómo puedo permanecer inmóvil y no lanzarme sobre vos, que te ves tan menuda y afable. Me dan ganas de abrazarte, protegerte. De tu boca pueden salir las palabras más ásperas, pero también las frases más dulces recitadas al oído. En mi oído.

Tus palabras me provocan.

Aún no entiendo cómo puedo controlarme cuando te tengo cerca y siento que las frases que pronunciás se deslizan por mi cuerpo, como si vos misma lo recorrieras con una pluma o con tu lengua. Y entonces me entra el deseo de tomarte por sorpresa y empujarte contra la pared, tomarte del cuello y asirte por la cintura para luego arrancarte un beso. Con arrebato, como te gusta.

Es que despertás en mí pasiones profundas.

Y me excita pensar que vos me corresponderías, que cerrarías la puerta a nuestra espalda y al fin decidirías vivir conmigo la aventura de tu vida. Porque ningún hombre ni ninguna otra mujer te va a hacer tan feliz como yo, que me muero por morder tus labios y besarte de pies a cabeza.

Triste mi destino de no poder tenerte.

Pero sabés qué: cuando estés en tu cama y yo en la mía, sola o acompañada, voy a pensar en vos y voy a gozar como si estuviera con vos.

Que se detenga el tiempo, que se acabe esta vida, pero que no me quede yo sin tenerte, sin probarte. Vos me conocés, sabés que soy desafiante, así que atrevete. Y tené presente que cuando te aburrás de ser quien sos, aquí estaré yo esperándote.

Vos sos mi objeto de deseo.

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