miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Gloria o pecado?

En la cama, a la hora de ir a dormir, cuando estamos solos extrañamos a alguien a nuestro lado, su sola ausencia nos inquieta, nos hace dormirnos más tarde, “insomniar” un poquito, y comenzar a sonar húmedo mientras nos queremos dejar llevar por los brazos de Morfeo.

A veces sucede que la sola presencia de una persona a nuestro lado igualmente inquieta, nos hace volver la mente al pasado, o a la creatividad romántica e imaginarnos a un o una X en nuestra cama, si sentiríamos lo mismo, si el aroma sería distinto, si en vez de tratar de dormir estuviéramos tratando de llegar al orgasmo, de jadear un poco menos para no despertar a la cuadra entera…de quitarnos la sábana que nos cubre.

Pasa. Y más frecuente de lo que creemos, e intuyo que si de religión habláramos en este espacio ya nos hubieran excomulgado o satanizado por ser “infieles de mente”. Pero creo que nuestra mente es tan maravillosa que NADIE la puede leer, ni despierta ni dormida.

A veces nuestras actitudes nos traicionan, pero CUIDADO! nunca le demostremos a la soledad o a ese alguien a la par que nuestra mente va volando por otros rumbos, porque se puede arruinar la magia. Se puede desvanecer ese paraíso abstracto que nos hace, tanto revivir experiencias como imaginarlas, que nos hace mojar la ropa interior sin siquiera rozarla, ese mundo divino (por ser creación de un Ser Supremo) en el que somos nosotros y ese otro u otra; aquel que “hubiera sido”, aquel que “hubiera aceptado”, aquel que “hubiera pensado dos veces”, aquel que “hubiera probado”.

Y déjenme pensar así, permítanme creer que esto es sano, porque al alimentar la libido en nuestro interior, nuestro cuerpo expele sustancias afrodisíacas que hasta un perro las podría oler…por lo tanto, si usted está con alguien en cuerpo y alma, pero su mente le pone una fotografía diferente, no se la piense más, HAGA EL AMOR! (Y si está solo o sola, hágase el favor). Su pareja sentirá deliciosa el hambre con la que usted le pide placer, cierre los ojos si quiere, o ábralos para ver que con quien está es quien lo merece. Sea salvaje, pida más, vuelva a ver la fotografía mental, vuelva a abrir los ojos, eso sí, cierre la boca (no se le vaya a salir un nombre que no es), siéntase en una novela, en una película porno o en una escena artística, pero hágalo.

Y cuando termine…me cuenta a qué le supo la infidelidad mental…a gloria o a pecado…

No hay comentarios:

Publicar un comentario