viernes, 22 de octubre de 2010

Si te dejás

Si te dejás, un día de estos te voy a esperar feliz. Quizás esté escuchando un blues cuando entrés, o probablemente la Blanca Palidez que tanto me excita. Iría a tono con tu piel.
No soy de preparar encuentros, pero este sí estaría arreglado, dispuesto, solvente de todo contratiempo. Yo me hago cargo, yo puedo con una organización así. Mirá, te voy a preparar hasta la luz, para que haga juego con esa piel blanca y quemada, para que en penumbras te veas más real de lo que ya sos, para que tu entrada sea más triunfal que nunca, para que el primer beso que me des en cuanto me veás sea más violento a los que me tenés acostumbrada.
Y, fíjate, vas a entrar, siempre ligero de equipaje, con tu vaivén excéntrico y agitado buscándome entre el mobiliario de ese cuarto. Porque si te dejás, ese día solo vamos a estar vos y yo. No te va a tocar buscarme entre la gente ni ver como soldado para todos lados buscando con quién tener guerra, ese día vas a buscar amor.
Oyendo ese blues me vas a hallar, voy a estar sentada, porque los zapatos de aguja negros que voy a usar ese día me pueden cansar demasiado y necesito guardarme para tu respiración animal posterior, esa que siempre me dejás ir al oído sin ninguna sutileza, siempre seguida de mi nombre.
Y te repito: voy a estar feliz. Toda la carga va a ser mía porque esa escena la voy a preparar para hacerte feliz. No me importa lo que implique ponerme esos zapatos, grabar un CD para que suene una y otra vez la canción que elija, adecuar la luz y poner el mobiliario de tal forma que no te vayás a tropezar. Ningún obstáculo te va a impedir llegar a mi.
Vas a entrar por esa puerta y la luz te va a conducir a mi, además del perfume a madera que tanto te gusta y por que el que me identificarías en medio de un cementerio, si fuera necesario. Así me vas a ver primero. De lejos. Ojalá no te sorprenda verme con una corbata puesta. Quiero ponerme una ese día. Va a ser color blanco y va a oler a almacén porque la voy a haber acabado de comprar.
El pelo lo voy a llevar recogido; es que no quiero que interrumpa la iluminación que va a proyectar la corbata. Así vas a poder decir: toda de negro de la cabeza a los pies, porque arriba y abajo serán color negro, solo la corbata será blanca.
Y pues vas a avanzar. Quisiera que ese camino que te va a llevar hacia mi fuera larguísimo, pero sé que va a ser corto. Te quisiera hacer esperar un largo pasillo antes de llegar y poderme tomar, pero he decidido ponértela fácil. Porque de tanta organización, yo estaré impaciente, muy impaciente.
Y cuando te vayás acercando te va a parecer curioso que yo te espere así. Si te dejás, te lo puedo explicar, pero no creo que lo querrás; te podría inventar que de tanta carga organizativa, decidí ponerme “ligera”, te podría decir que me estás ayudando a cumplir una fantasía, te podría mentir que me gusta vestirme así de vez en cuando, pero no me vas a dar tiempo. Ya te conozco.
Cuando por fin me veás desnuda a pierna cruzada con el pelo recogido, la corbata blanca y los tacones negros puestos, me voy a poner de pie y te voy a dar un abrazo. Ahí va a empezar tu escena. Yo, la erótica, estaré complacida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario