lunes, 22 de noviembre de 2010

LA SEDUCCION: ARTE DE INTELIGENTES

Para seducir no se necesita poca ropa y un tremendo físico que mostrar. También es falsa la creencia de muchos hombres que creen que el juego de la seducción consiste en alabar el físico de la mujer, pensando que la pobre “mosca” caerá rendida a sus pies con solo escuchar un “que bonita – o peor aún- que buena te ves” “que lindos tus ojos”. Estos halagos no son desechables, pero entiendan de una vez, que una mujer inteligente no cae por ellos.

No voy a decirle qué hacer para seducir una mujer, pero puedo anticiparle que no puede prescindir de dos cosas importantes: Inteligencia y éxito personal. No hablo de inteligencia para mentir, porque a la larga siempre nos damos cuenta del palabrerío y la treta y cansa escuchar a un tipo que no pasa del mismo discurso. Somos hábiles para descubrir sus “viejos trucos”. Este pobre “actor” pasa a la silla del suplente cuando “el inteligente” aparece en escena.

La atracción física es muy importante, sin lugar a dudas seduce; pero no hay nada más irresistible para una mujer que un hombre que se fija en su intelecto. Primero, porque demuestra confianza en sí mismo y segundo porque ya con esto sabemos que "miró más allá". Y no es la frase “que inteligente eres” por favor, no sea tan simple. Seducir el intelecto es compartir ideas, pensamientos, intereses y lo mejor que usted, caballero, puede hacer, es poner atención e interés en lo que ella diga. Si algo aborrecemos es que puedan describir como tenemos los pechos, pero que NO puedan describir quiénes somos intelectualmente hablando.

Tómese la molestia de conocer a quien le seduce o a quien seduce, porque, sin lugar a dudas, es mejor para usted tener a alguien atractivo e inteligente en la cama (note el orden) que sabe que quiere y se lo dice, que alguien atractivo y descerebrado que no tiene ni idea de lo que es el verdadero placer.

Los “accesorios” indispensables mientras seduce a una mujer: una buena conversación, omita a toda costa las trivialidades pero no deje de vestirse bien, de portar unos zapatos limpios y una ropa perfectamente bien combinada. Con esto, ya llamó nuestra atención, de ahí en adelante, será cuestión de escucharlo: de qué habla, cómo se expresa. Una charla en torno al “yo-yo-yo” nos quita todo el interés y nos da sueño; pero que jamás hable de usted tampoco nos gusta.

Otro punto importante: no nos asfixie, búsquenos sí, pero no al punto del acoso. A veces vale más una corta llamada antes de entrar a una reunión para "saludar" o para fijar fecha de una cita, que una larga conversación que no llegó a ningún lado. La mayoría de mujeres preferimos conversar frente a frente. Sea astuto hasta para hacernos saber que es un caballero; es decir, no se alabe a sí mismo, mejor demuéstrelo, porque nos fijamos en todo.

El seductor inteligente sabrá cómo y cuando dar el paso siguiente: si la besa o si le pregunta si puede besarla, será cuestión suya, pero le aconsejo: nos encantan los atrevidos que besan sin avisar, después de una dulce seducción mental. Mantener el interés será cuestión suya de aquí en adelante y ¡que viva la imaginación!.

Un último consejo, caballeros, no sean como “el perro que ladra y no muerde” si al final de tanto “bla bla bla” y de tanta molestia no harán nada, apártense, porque con este tipo de hombres sólo podemos aplicar aquella sabiduría popular que dice: “hombre que no da asistencia, pierde la preferencia y abre la concurrencia” .

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los besos

Un día no tan lejano he hecho una lista de aquellos seres que han rozado sus labios con los míos. Esos besos que con solo saber que sucederán te mojan tus partes íntimas son los que me han inspirado a escribir este post.

Son parte importante del sexo, tan importante en el “love making” porque tocan fibras sumamente sensibles de tu piel que es casi imposible no comenzar o terminar una noche de sexo apasionado sin ese delicioso beso que es un preámbulo de un maravilloso sexo oral (de parte de ambos) y de unas manos prodigiosas que te pueden hacer llegar al éxtasis con solo un dedo.

Y no quiero decir que quien besa bien hace bien el amor, creo que no son directamente proporcionales, pero hay personas que con solo mover la lengua de manera juguetona dentro de tu boca te pueden hacer ver estrellas.

Hay besos mojados, los que lo son demasiado no a todos gustan; los hay mordedores, que son los que personalmente más me excitan, hay otros que te lengüetean hasta la nariz y te impiden respirar, esos son para masoquistas; y los de apretón, que se parecen a los de las películas viejas, en los que se estrellan los 4 labios como haciendo presión pero con poca o nula apertura bucal. Todo es cuestión de movimiento, pero si usted solo mueve sus labios, pero la pareja no lo hace, o si sólo saca la lengua entre los labios cerrados…eso es horrible! No hay nada que, al menos en mí, mate la pasión en gran medida que los besos con la boca cerrada y sin movimiento labial. Es como estar besando un muerto †

Dele vida a su relación, a su amistad (o deseo prohibido), a su affair, a su matrimonio con un beso bien dado, si es un día de arduo trabajo y lo reciben o usted recibe a su pareja con una lengüita oscilante o con un mordisco en el labio inferior, verá los resultados tan maravillosos que obtendrá, claro, se le quitará el stress, y quién sabe, quizás le terminen quitando hasta la ropa.

lunes, 15 de noviembre de 2010

"OLOR A PLENITUD"

Existirá una esencia en la tierra que pueda emular a la perfección el olor de una mujer satisfecha? Este “perfume” tan particular, que la acompaña a cualquier lado, no huele a sexo, ni a ningún otro tipo de olor asociado a la vulgaridad y patanería. Una mujer satisfecha huele a plenitud.

Y no es que todo gire alrededor del sexo para una mujer, no, no es así (ni para las amantes; pero es real que una mujer que se acepta a sí misma y permite que un hombre disfrute de su cuerpo en la cama, atrae miradas diferentes de las que atrae una mujer que tiene 90-60-90 en sus medidas. Hablo de mujeres reales, no de mujeres con acceso regular a “cirugías reconstructivas”.

Porque a la verdad me remito: Una mujer con todo en su lugar, más de lo que permite la gravedad, es una mujer que no se deja tocar o “degustar”. Una mujer plena, tal vez no tenga un cuerpo escultural, pero si se cuida, los pequeños detalles pasarán a ser indiferentes para el hombre que pueda tener en su boca la blandura de sus pechos o en sus manos la forma de sus glúteos.

Y este es el olor que atrae hombres, el olor de las mujeres satisfechas, no tiene esencia particular pero se nota en su forma de mirar, de vivir, de sonreír. Las mujeres sufridas “las pobrecita yo”, las “estoy gorda no me mires”, las “no me agarres así, que se caen” se quedarán para vestir santos o para tener relaciones sexuales dolorosas.

Con el tiempo y el pasar de los años se descubre que la plenitud no está asociada a agilidades o destrezas, aruñones o mordiscos raros, está marcada por sensaciones claves y particulares, a veces indescriptibles, que se quedan pegadas en la piel y que vuelven el deseo incontenible. Atentas, porque ese espécimen masculino que te lleva a la plenitud, se reconoce desde la primera vez que te besa…..y generalmente, sólo es uno.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Las mañanitas

Las mejores mañanas son las que empiezo con vos adentro de mí.

Cuando el frío de la madrugada nos despierta, nos abrazamos, nos tocamos, nos besamos y luego... luego nos vamos al infinito y regresamos a dormir otro rato antes de levantarnos.

Esas son mis mañanas ideales.

Porque yo nunca fui buena encontrando el momento perfecto para estar con vos. Y muchas veces las cosas no se dieron porque te puse mil excusas, casi nunca válidas.

Pero cuando no hallamos el momento, siempre llega la madrugada y todo desaparece.

Y a mí la mente se me pone en blanco mientras siento esa vibración que recorre todo mi cuerpo.

Después me abrazo a tu cuerpo caliente y me sumo en un sueño profundo.

Y cuando despierto, estás ahí de buen humor y yo te sonrío cómplice.

Esas, definitivamente, son mis mejores mañanas.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Aquí vengo con mi miel...

El día que entré en aquel cuarto con un botecito de miel y una velita, pusiste cara de interrogación, te recuerdo muy bien. “Yo cosas raras no hago”, me dijiste...

No sé si te va a parecer raro, te dije, pero sé que te va a gustar.

Encendí la vela y dejé caer mi blusa en aquella cama a ras del suelo, así como nos gustaba tanto tenerla. Luego el pantalón, a continuación el brassier y así hasta quedar libre de todo lo que no necesitamos.

Me veías con expectación acostado en la cama, vestido y con la miel al lado de tu cabeza, y tus ojitos brillando de deseo, esa nariz siempre recta apuntándome y pidiéndome tenerme cerca.

Me acosté a tu lado y te quité la camisa. Ahhhhh esos brazos largos, me abrazaron de esa manera que siempre lo has hecho, me abarcás, me hacés desaparecer en tu pecho... Y así.

Te di vuelta y dispuse tu espalda a mi disposición... rayito de miel iluminado cayendo a lo largo de tu columna vertebral seguido de tu ahhhh silencioso. “No te preocupés, ya te la voy a quitar”, te dije... Y oí tu risa que a estas alturas entendía bien cómo iba a suceder eso.

Empecé despacito desde la parte baja a comerme la miel del huequito de tu columna, entre lengua y boca, aquello sabía delicioso con tu piel. Necesitaba más, mi ansia crecía y te puse más, te comí toda la espalda y te rozaba mis pechos de vez en cuando para no dejarte olvidar a qué sabe mi piel. Llegando al cuello me detuve, eso es parte de otro momento. Te quité el pantalón y el resto de piezas inservibles.

La miel entonces endulzó tu vientre, ese espacio justo antes de donde guardás la vida, que te da cosquillas y nervios y te excita tanto. Sin poder levantar la vista, seguía escuchando allá arriba tu risa cómplice con mi boca. Una vez aterricé en tu parte más excitada, toda mi boca sabía a dulce, y creo que a vos también te supo a dulce mi lengua.

Cuando por fin levanté mi rostro y vi el tuyo iluminado a la mitad por la tenue vela, tenías los dedos llenos de miel y tu expresión había cambiado por completo. “Quiero ver qué tan dulce podés llegar a saber”, me dijiste y mis pechos quedaron marcados con tus huellas amarillosas y pegajosas. Lo que vino a continuación era bastante parecido a lo que yo acababa de hacer. Está bien, no tuve ningún reparo en que replicaras mi técnica, fue la mejor conclusión que pudiste sacar de mi ritual.

Una vez satisfechos los dos, apuesto a que no te esperabas que te pidiera que me acompañas a quitarnos los restos de miel a la ducha... ¡je!

martes, 2 de noviembre de 2010

¿GRUESO O DELGADO? ¿GRANDE O PEQUEÑO?

¡Qué tema tan delicado entre los caballeros! ¡Qué tabú más estúpido! ¡Qué pena que no sepan que a cualquiera se le puede sacar provecho! Y es que, para hablar la verdad, hombres, hay que decir que el tamaño SI importa, y el grosor es DO-BLE-MEN-TE importante. El tamaño y el grosor ideal es aquel con el que hasta duelen placenteramente los ovarios en la penetración… ¡aahhhhh! me humedezco de sólo pensarlo y las mujeres que, como yo, ya saben qué es esa deliciosa sensación, no me dejarán mentir.

Todas deberíamos ser un poco atrevidas para dar una apreciadita al “paquete” antes de caer perdidamente enamoradas ante un hombre. Sin embargo, no sería apropiado preguntar “¿gruesa o delgada?” cuando alguien sólo te interesa para un encuentro casual. Lo ideal a la hora de encontrarse con miembros no tan “agraciados” sería sugerir, con cuidado, algunas “técnicas” que ayuden a gozar más con el caballero, pues, la verdad, todo es cuestión de querer disfrutar.

En dichas “técnicas” no incluyo los consoladores, pues lo que se pretende es que disfrute con la pareja que eligió, con el miembro de la pareja que eligió. Hablo del sexo oral, la masturbación preliminar y la posición de vaquera.

El sexo oral es magnífico para empezar con los orgasmos. La vagina de la mujer no es una concha, es decir, no se absorbe, ni se produce placer con el sólo hecho de succionarla y menos toda. El clítoris, en la parte de arriba, es lo que produce el placer, los hábiles movimientos de la lengua del hombre son los que nos llevan a la locura, a gemir, a gozar. Y en cuanto a la masturbación, no hay nada más placentero que el hombre con el que disfrutamos nos toque, no a la loca, de la misma forma que con la lengua, en el clítoris, suavemente, bastarán dos dedos y no es necesario que éstos entren al orificio vaginal, porque ya aclaramos: ”el punto” está más arriba.

Luego, con las ganas y los orgasmos encendidos, la mujer puede generosamente satisfacer oralmente el miembro del hombre, suavemente de arriba hacia abajo al principio y después con rapidez. Si él lo permite, sujételo con las manos haciendo presión con cuidado. No lo deje terminar, y súbase sobre él, recuerde, si el grosor del miembro del hombre no es el ideal para su vagina, en la posición de vaquera ni se dará cuenta del “pequeñísimo” detalle. Una vez arriba……..... ¡A jinetear se ha dicho!

La virilidad del hombre, su capacidad para hacernos gozar, no está en el tamaño o en el grosor de su miembro…..está en su imaginación. Tome en cuenta estos consejos, la tenga como la tenga, porque la verdad, son delicias que no pueden faltar en el sexo.