Las mejores mañanas son las que empiezo con vos adentro de mí.
Cuando el frío de la madrugada nos despierta, nos abrazamos, nos tocamos, nos besamos y luego... luego nos vamos al infinito y regresamos a dormir otro rato antes de levantarnos.
Esas son mis mañanas ideales.
Porque yo nunca fui buena encontrando el momento perfecto para estar con vos. Y muchas veces las cosas no se dieron porque te puse mil excusas, casi nunca válidas.
Pero cuando no hallamos el momento, siempre llega la madrugada y todo desaparece.
Y a mí la mente se me pone en blanco mientras siento esa vibración que recorre todo mi cuerpo.
Después me abrazo a tu cuerpo caliente y me sumo en un sueño profundo.
Y cuando despierto, estás ahí de buen humor y yo te sonrío cómplice.
Esas, definitivamente, son mis mejores mañanas.
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